Cuando era divertido by Eloy Moreno

autor:Eloy Moreno [Eloy Moreno]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Narrativa
ISBN: 9788466673310
Google: bzOKEAAAQBAJ
editor: Ediciones B
publicado: 2022-11-17T09:38:14.895000+00:00

—¡¿Habéis follado?! —grita.

Ale abre la boca y comienza a nacer una palabra...

* * *

Unas horas antes, a unos kilómetros de la habitación

Espera...

Se escucha en una terraza donde dos cuerpos se acercan.

Y durante unos segundos todo se detiene: sus manos, sus miradas, sus palabras...

Espera...

Pero ninguno de los dos espera: él, tan nervioso como si fuera la primera vez, se quita los pantalones con torpeza; ella también, se tira tan bruscamente del cinturón que salta la hebilla.

No deberíamos hacer esto, dice una voz.

No deberíamos hacerlo, contesta la otra.

Se miran, medio desnudos, temblando.

Y durante unos segundos ambas mentes dudan. Como si el hecho de haber llegado hasta ese punto no fuera ya importante. Como si las palabras, las llamadas a escondidas, las risas cómplices, los besos en el ascensor, las notas escondidas en los cajones, los mensajes en el móvil, los pensamientos nocturnos... no hubieran construido ya un punto y aparte. Como si la infidelidad solo se hiciera real con el sexo.

Él la mira como pidiendo permiso.

Ella lo mira como pidiendo perdón.

Se agarran con fuerza.

Y ambos follan como hace años que no follaban con sus parejas.

Gritan en la noche.

Y sus voces se pierden en el cielo de la ciudad.

Gritan, gimen, vuelven a gritar sabiendo que ya no queda nadie en las oficinas, quizás el vigilante que hay en la planta baja, pero no piensan que los gritos lleguen hasta ahí, bueno, en realidad no piensan en nada.

En apenas unos minutos ella se corre como hacía años no lo hacía. En apenas unos minutos él vuelve a sentirse en el vacío y en el infinito a la vez.

Acaban.

Cogen aire, todo el que pueden.

Ha sido breve pero intenso.

Se tumban, desnudos, sobre el suelo de la terraza y miran hacia el cielo, la luz no les deja ver ninguna estrella.

Se cogen la mano y cierran los ojos.

Y durante muchos minutos, ninguno de ellos se atreve a abrirlos porque saben que eso significará volver a una realidad que los juzgará sin piedad.

Silencio.

Noche.

Su tacto.

Y de pronto se escucha algo que ninguno de los dos esperaba oír, que ninguno de los dos esperaba decir, al menos tan pronto, al menos esa noche.

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